El método D'Hondt explicado: clave en la asignación de escaños electorales
Análisis detallado del método D'Hondt, su funcionamiento y su impacto en la representación proporcional en sistemas electorales democráticos. Descubre por qué este sistema genera debate y cómo afecta a la distribución de escaños.
Publicado el 18 de noviembre de 2024
Si se le pregunta al ciudadano español promedio sobre el funcionamiento del sistema electoral de España y qué aspectos cambiaría, es probable que el método D’Hondt sea una de las respuestas más comunes. Esta percepción no es infundada, ya que muchos consideran que el sistema electoral podría ser más equitativo en términos de proporcionalidad. Durante las elecciones generales de julio de 2023, que son las últimas elecciones celebradas hasta la fecha de este artículo, el Partido Popular (PP) consiguió 137 escaños, lo que representa el 39,41% del total de escaños, a pesar de haber recibido solo el 33,06% de los votos. Esto se traduce en una diferencia significativa de 6,35 puntos porcentuales entre la proporción de votos y la proporción de escaños, lo cual evidencia una notable sobrerrepresentación del principal partido mayoritario. Este fenómeno se observa también en otros partidos políticos, aunque en menor medida: el PSOE obtiene un exceso de 2,89 puntos, mientras que VOX y SUMAR pierden 3 puntos cada uno. Además, algunos partidos como PACMA no logran obtener ningún escaño, incluso cuando sus porcentajes superan a los de otros partidos que sí obtienen representación.
No obstante, el sistema D’Hondt no es el único responsable de esta desproporcionalidad ni es un método exclusivo de España. Países como Portugal, Polonia, República Checa, Finlandia, Austria, Brasil e Israel también utilizan el método D’Hondt en algunos de sus procesos electorales. Pero, ¿qué es exactamente el método D’Hondt? ¿Cómo opera este sistema? ¿Cuáles son sus ventajas y desventajas? ¿Por qué ha alcanzado tanta notoriedad?
El desafío de distribuir escaños enteros
El reparto de escaños en sistemas electorales presenta un reto fundamental: ¿cómo distribuir un número entero de representantes de manera proporcional a los votos recibidos? Para ilustrar este problema, consideremos un ejemplo hipotético de un ayuntamiento con 4 concejales y 3 partidos políticos en contienda.
Supongamos que el partido A obtiene 1000 votos, el partido B 700 votos, y el partido C 300 votos. Calculando los porcentajes, tendríamos la siguiente distribución ideal:
Partido | Porcentaje | Escaños teóricos |
---|---|---|
A | 50% | 2 |
B | 35% | 1,4 |
C | 15% | 0,6 |
Esta distribución sería la más proporcional, reflejando fielmente la voluntad del electorado. Sin embargo, surge un problema práctico: no es posible asignar fracciones de escaños. Los representantes son individuos enteros, no divisibles en partes.
La solución más simple sería redondear estos números. No obstante, este método puede generar distorsiones significativas, especialmente en escenarios más complejos:
Partido | Porcentaje | Escaños teóricos | Redondeado |
---|---|---|---|
A | 50% | 2 | 2 |
B | 10% | 0,4 | 0 |
C | 10% | 0,4 | 0 |
D | 10% | 0,4 | 0 |
E | 10% | 0,4 | 0 |
F | 10% | 0,4 | 0 |
Total | 100% | 4 | 2 |
Como se puede observar, el simple redondeo puede llevar a una representación inadecuada y a la pérdida de escaños. Para abordar este problema, se han desarrollado diversos métodos. Uno de los más equitativos es el cociente Hare, que asigna escaños basándose en la parte entera y distribuye los restantes según la fracción decimal más alta:
Partido | Porcentaje | Escaños iniciales | Escaños finales |
---|---|---|---|
A | 50% | 2 | 2 |
B | 35% | 1 (+0,4) | 1 |
C | 15% | 0 (+0,6) | 1 |
Aunque el cociente Hare ofrece una solución más equitativa, no está exento de complicaciones. Un ejemplo notable es la paradoja de Alabama, un fenómeno contraintuitivo observado en las elecciones estadounidenses de 1880 durante la asignación de escaños del Congreso entre los estados.
Este dilema ilustra la complejidad inherente a los sistemas de representación proporcional y la necesidad de métodos sofisticados como el D’Hondt para abordar estas cuestiones.
El método D’Hondt: Una aproximación matemática a la representación proporcional
El método D’Hondt se clasifica dentro de una categoría de sistemas electorales conocidos como métodos de cociente. A diferencia de otros enfoques que buscan “redondear” decimales, D’Hondt adopta una perspectiva radicalmente distinta para asignar escaños. Desarrollado por el jurista belga Victor D’Hondt en 1878 y presentado en su obra La représentation proportionnelle des partis par un électeur, este método se fundamenta en un principio matemático ingenioso: la división sucesiva de los votos de cada partido por una secuencia de números enteros, comenzando por 1.
Para ilustrar el funcionamiento del método D’Hondt, consideremos el siguiente ejemplo:
Partido | Votos | Divisor 1 | Divisor 2 | Divisor 3 | Divisor 4 |
---|---|---|---|---|---|
A | 1000 | 1000 | 500 | 333,33 | 250 |
B | 700 | 700 | 350 | 233,33 | 175 |
C | 300 | 300 | 150 | 100 | 75 |
Una vez calculados estos cocientes para todos los partidos participantes, se procede a ordenar los resultados de mayor a menor, asignando los escaños disponibles a los partidos con los cocientes más altos, siguiendo este orden estricto. En nuestro ejemplo, el partido A obtendría 2 escaños, el partido B también 2, mientras que el partido C no conseguiría representación. En situaciones donde dos partidos empatan en un cociente decisivo, se aplica un método de desempate predeterminado.
El método D’Hondt destaca por su consistencia matemática y su capacidad para evitar ciertas paradojas electorales. Sin embargo, tiende a favorecer a las formaciones políticas más grandes, asignando los escaños restantes generalmente a los partidos que han obtenido un mayor número absoluto de votos.
Más allá de D’Hondt: Factores adicionales en la desproporcionalidad electoral
Si bien es cierto que el sistema D’Hondt tiende a beneficiar a los partidos mayoritarios, sería un error atribuirle toda la responsabilidad de la desproporcionalidad observada en sistemas electorales como el español. Un factor crucial, y a menudo subestimado, es la división del territorio en circunscripciones electorales y las diferencias en el tamaño de estas.
En el caso de España, cada provincia constituye una circunscripción electoral con un número asignado de escaños. Esta asignación varía significativamente: por ejemplo, en las elecciones más recientes, Ávila eligió apenas 3 diputados, mientras que Madrid eligió 37. La distribución de escaños entre provincias se realiza proporcionalmente a su población, lo que resulta en una representación desigual entre regiones más y menos pobladas.
Artículo 162 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General
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El Congreso está formado por trescientos cincuenta Diputados.
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A cada provincia le corresponde un mínimo inicial de dos Diputados. Las poblaciones de Ceuta y Melilla están representadas cada una de ellas por un Diputado.
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Los doscientos cuarenta y ocho Diputados restantes se distribuyen entre las provincias en proporción a su población, conforme al siguiente procedimiento:
a) Se obtiene una cuota de reparto resultante de dividir por doscientos cuarenta y ocho la cifra total de la población de derecho de las provincias peninsulares e insulares.
b) Se adjudican a cada provincia tantos Diputados como resulten, en números enteros, de dividir la población de derecho provincial por la cuota de reparto.
c) Los Diputados restantes se distribuyen asignando uno a cada una de las provincias cuyo cociente, obtenido conforme al apartado anterior, tenga una fracción decimal mayor.
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El Decreto de convocatoria debe especificar el número de Diputados a elegir en cada circunscripción, de acuerdo con lo dispuesto en este artículo.
Esta estructura de circunscripciones, combinada con la aplicación del método D’Hondt de manera independiente en cada provincia, amplifica las desviaciones de la proporcionalidad perfecta en el cómputo global de escaños. Un efecto particularmente problemático de este sistema es que los votos que no alcanzan para obtener representación en una circunscripción se consideran “perdidos”, incluso si en conjunto representan una cantidad significativa a nivel nacional. Este fenómeno explica por qué partidos como PACMA, a pesar de obtener más votos en total que formaciones como Coalición Canaria o el Bloque Nacionalista Gallego, no consiguen representación parlamentaria, mientras que estos últimos sí logran escaños en sus respectivas circunscripciones.
En conclusión, aunque el método D’Hondt presenta ciertas desventajas, como la tendencia a sobrerrepresentar a los partidos mayoritarios, es importante reconocer que se trata de un sistema matemáticamente coherente, eficiente en su aplicación y ampliamente utilizado. La verdadera complejidad del problema de la representación proporcional radica en la interacción entre el método de asignación de escaños y la estructura de las circunscripciones electorales.